jueves, 5 de noviembre de 2009

¿En qué manos estamos y cuales caeremos?



Voltaire, persona calificada de contradictoria y quien parecía capaz de colocarse en los dos polos de cualquier debate dijo: Todo el mundo conocido, con excepción de las naciones salvajes, es gobernado por los libros.".
Viendo la cantidad de aspirantes que se lanzan a tratar de lograr una candidatura dentro de sus parcelas políticas, para luego buscar los votos que le permitan ganar en las elecciones del próximo año en nuestro país, la frase anterior me pone a pensar; ¿En qué manos estamos y cuales caeremos?
Existe una fiebre por lograr posiciones electivas, que me sorprende la devoción repentina de gente con deseos de servir al (o servirse del) pueblo.
Creo que la democracia es la que permite que cada uno pueda opinar y entender que puede lograr sus aspiraciones.
La parte controversial es, cuando sucede como la historia del niño pobre, que se portaba bien y no recibió reyes porque no había en la casa para ello, y el niño rico, que peor no podía portarse y que, sin embargo, los reyes le concedían todos sus deseos.
La moral de Voltaire estaba fundada en la creencia en la libertad de pensamiento y el respeto a todos los individuos.  Pero, creemos que, a pesar de las aspiraciones de cada cual, debemos tomar en cuenta la formación del aspirante, ya que el ignorante es atrevido, porque no conoce las  consecuencias que tendrán sus acciones.
No es posible, permitir que las personas con moralidad, formación, patriotismo y visión de futuro sean avasalladas por comerciantes y oportunistas de la política nacional que pretenden llegar a, o mantenerse en, las posiciones gubernativas con la única intensión de lograr lucrarse a costa del sudor del pueblo.
Es deshonesto intentar atraer adeptos otorgando limosnas, y más aun, cuando esos fondos pertenecen a aquellos a quienes "se les regala".
Los “mesías” con recursos del pueblo, deben ser tomados en cuenta para reclamarle el uso de los fondos en actividades que no son las establecidas en los presupuestos de las instituciones del Estado.  Los funcionarios públicos son pagados con fondos del pueblo, por lo tanto, no hay que “agradecerle” el buen trabajo, sino, exigir que se haga ese buen trabajo
Mire a ver el comportamiento histórico de los aspirantes de su comarca y olvídese de los regalos que le traen para comprarle.
Es deshonesto acudir a lograr favores por medio del uso de recursos recibidos por gente pobre, a quienes se le entrega una ínfima parte de lo que realmente le pertenece, sin tener que alabar a seres humanos.

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